“Se gratificará con creces, en efectivo o en especie, a escoger en este último caso entre panllevar y aguardiente, a la persona que entregue un negro congo duango que se ha huido de la Hda. Cahuachi, en la jurisdicción de Nazca. Dicho negro tiene la figura bien formada y es alto, con la cara señalada de ambos lados, las orejas aujereadas y el habla algo gangosa”.
Gregorio Martínez en el prólogo de su “Crónica de músicos y diablos” (1991, PEISA) cita este aviso publicado en “El Mercurio Peruano” (fechado “siglo XIX”). Varios capítulos de la historia relatada por Martínez en su “Crónica…”, mezcla de realidad, exageración y una pizca de ficción “como en esa canción que dice que un bosque de la China, una china se perdió”, tienen como escenario la hacienda Cahuachi en los primeros años de la República.

Según Martínez el fundo, ubicado al pie de la ciudadela, era propiedad de “Epifanía del Carmen”, hija de don Próspero Rizo Patrón, Epifanía (no Epifania, ojo) era una mujer de “un talante altanero y dichoso (…) andaba así, bien empinadita […] majestuosa y pisando encima de las nubes con más pompa que la reina de Inglaterra” (p. 147). Además de la casa hacienda y su centenario guarango, la propiedad incluía una ranchería, viñedos, algodonales y una pequeña capilla. La hacienda, con su guarango y su capillita, subsiste hasta hoy con el nombre “Hacienda San Martín de Porras”.
“Cahuachi era en aquel tiempo un caserío de ranchos de carrizo, algunos de adobe, con el envejecido cascarón de la casa hacienda a un costado (…) al pie de los últimos árboles centenarios comenzaban los médanos. Y en la aridez abierta se alzaban los inmensos promontorios de la ciudad enterrada, el Cahuachi antiguo, cuyo esplendor de adobe se había lucido en la época de los gentiles. Los encomenderos primero y los hacendados después, habían desbaratado el orden productivo de esa tierra que siglos atrás alimentó a miles de pobladores. De ese suelo feraz solo quedaba una franja de cultivos de algodón y de viñedos, a cada lado del río seco de aguas intempestivas”. (p. 87).
Aguas que siguen siendo bastante intempestivas pues a principios de enero de 2025 se llevaron parte de los cultivos de espárrago de la hacienda “San Martín de Porras”.


