En las áridas pampas del sur del Perú, una vasta red de líneas y figuras gigantes dibujadas en el desierto ha intrigado a científicos, viajeros y curiosos durante más de un siglo. Los geoglifos de Nasca no solo son un testimonio del ingenio y la cosmovisión de una cultura milenaria, sino también un patrimonio frágil que requiere atención y cuidado constante.

Los geoglifos de Nasca cubren aproximadamente 500 kilómetros cuadrados y fueron creados entre el año 200 a.C. y el 600 d.C. por la cultura Nasca. Estas impresionantes figuras incluyen artísticas representaciones de animales como aves, monos, arañas, peces y lagartos, así como formas geométricas y líneas rectas que se extienden por kilómetros.
El terreno donde se encuentran es una pampa desértica de suelo oscuro cubierto por piedras oxidadas. Al retirar la capa superficial, los antiguos habitantes dejaron al descubierto un sedimento más claro que contrasta con el entorno, formando así los dibujos. La ausencia casi total de lluvias y el clima estable han permitido que estas figuras perduren durante siglos.
A pesar de su monumental escala, los geoglifos fueron trazados con una sorprendente precisión.
¿Cómo las hicieron?
Estudios arqueológicos y experimentos han demostrado que los Nasca utilizaron cuerdas, estacas y puntos de referencia para mantener la proporción de las figuras. No necesitaban observar las líneas desde el aire; bastaba con un sistema bien organizado de trabajo en equipo y conocimientos de geometría básica.
Los trazos más anchos se lograban retirando piedras en franjas, mientras que las líneas más finas requerían una mayor delicadeza. La construcción podía tomar desde horas hasta varios días, dependiendo del tamaño y complejidad de la figura.
¿Y su significado?
Sabemos a ciencia cierta cómo las hicieron pero su propósito sigue siendo un misterio que ha dado lugar a múltiples hipótesis:
Astronómico: Algunos investigadores sugieren que ciertas líneas y figuras servían como calendario o marcadores de eventos astronómicos.
Ritual y religioso: Otra teoría propone que las líneas eran escenarios para ceremonias religiosas vinculadas a la fertilidad y la petición de agua, un recurso vital en la región desértica.
Caminos ceremoniales: Algunos arqueólogos creen que las líneas eran rutas procesionales utilizadas durante rituales.
Si bien las hipótesis varían, hay consenso en que las figuras revistieron un profundo significado simbólico y espiritual para la cultura Nasca.
Amenazas a su conservación
Aunque el clima ha protegido las Líneas durante siglos, la actividad humana representa una seria amenaza. Entre los principales riesgos encontramos:
- Tráfico vehicular no autorizado que deja huellas permanentes en el suelo.
- Expansión urbana y agrícola que invade zonas arqueológicas.
- Turismo irresponsable que promueve el acceso no controlado.
- Cambio climático que podría alterar las condiciones de preservación.
En 2014, un incidente durante una protesta ambiental se dejó, paradójicamente, marcas visibles junto a la figura del colibrí, recordándonos lo vulnerable que es este patrimonio.
En la actualidad, diversas instituciones, incluyendo el Patronato del Centro de Estudios Arqueológicos Precolombinos, trabajan en proyectos para proteger las Líneas. Estas acciones incluyen:
- Monitoreo constante con drones y fotografía satelital para detectar daños.
- Señalización y control de accesos para evitar el tránsito indebido.
- Programas educativos para que las comunidades locales comprendan el valor de su patrimonio. Las tareas de educación y difusión son clave para que sea la propia población local quien proteja el patrimonio activamente.
- Investigaciones científicas que mejoren la comprensión de las técnicas y propósitos originales.
- El uso de tecnología avanzada, como escáneres 3D y análisis multiespectral, está permitiendo registrar cada figura con un nivel de detalle sin precedentes, lo que facilita su restauración y protección.
El papel de la comunidad
Como se ha señalado, la participación de la población local es esencial para preservar las Líneas. Los proyectos de educación patrimonial, talleres y rutas guiadas por expertos ayudan a que las comunidades vean en estos geoglifos no solo un recurso cultural, sino también una oportunidad de desarrollo sostenible a través de un turismo bien gestionado. El PCEAP impulsa programas donde escolares y jóvenes se convierten en “guardianes culturales”, aprendiendo sobre la historia y apoyando en labores de monitoreo comunitario.
Las Líneas de Nasca son un mensaje milenario que la historia nos ha confiado. Su conservación no solo depende de autoridades y especialistas, sino también y en especial de la conciencia colectiva. Visitar estos lugares con respeto, apoyar las iniciativas de preservación y difundir su importancia son pasos simples que todos podemos dar.
Los geoglifos de Nasca nos muestran el ingenio, la capacidad artística y el orgullo de una cultura que supo adaptarse a su entorno y dejar una huella indeleble en la historia. Hoy, la responsabilidad de protegerlos recae en nosotros. Con ayuda de la ciencia, la educación y compromiso de todos, podemos asegurar que las enigmáticas líneas nos sigan deslumbrando como grandes tatuajes sobre la piel del desierto de Nasca.