Visitar Nasca no es solo maravillarse con sus famosas líneas en el desierto, también significa descubrir una historia llena de misterios y de una riqueza cultural sorprendente. Si queremos ir más allá del deslumbramiento, si queremos entender las líneas de Nasca tenemos que echar una mirada a la cultura que las produjo: LOS NASCA, una civilización que existió hace dos mil años y no solo imprimió sobre la pampa sus artísticos diseños (presentes también en sus bellos ceramios y vasijas) sino que también construyo grandes acueductos que permitieron el manejo racional del agua subterránea y construyeron una gigantesca ciudadela ceremonial al pie del valle.

En efecto, gracias a los estudios de numerosos arqueólogos y especialistas, a la cabeza de los cuales se encuentra, sin duda, María Reiche, sabemos cómo fueron hechas, usando un sencillo principio de tipo pantógrafo pero su propósito sigue siendo un misterio. Sabemos con certeza que los seres humanos que tatuaron las pampas eran personas como usted o yo, los extraterrestres no tuvieron nada que ver. Sabemos también que no es posible entender las líneas de Nasca sin entender el entorno, la cultura, las gentes que las hicieron.
Dos de los lugares más importantes para entender este legado son el sitio arqueológico de Cahuachi, la ciudadela ceremonial de los Nasca, centro pulsátil, como le llama Giuseppe Orefici, notable arqueólogo italiano recientemente fallecido a esta ciudadela ceremonial, la más grande del mundo hecha en adobe y el Museo Antonini, donde se muestran las piezas recuperadas en 40 años de excavaciones e investigación científica, un espacio que se ha convertido en puerta de entrada al pasado de esta civilización.
Un apasionante viaje en el tiempo
El Museo Antonini, ubicado en la ciudad de Nasca, a escasas cuadras de la plaza principal, es un museo didáctico, que guarda gran parte de los hallazgos obtenidos en las excavaciones de Cahuachi y otros sitios arqueológicos de la región. Su nombre rinde homenaje al arqueólogo italiano Fr. Antonio Antonini, y desde su inauguración ha funcionado como un espacio que no solo conserva piezas de valor incalculable, sino que también busca transmitir el significado cultural e histórico de la civilización Nasca a todas las generaciones.
La cultura Nasca dejó huellas que van mucho más allá de las líneas trazadas en el desierto. Gracias a los trabajos arqueológicos, especialmente los liderados por el investigador Giuseppe Orefici y el CEAP (Centro de Estudios Arqueológicos Precolombinos), se han rescatado miles de piezas que hoy se exhiben en el museo.
Sin este espacio, muchos de estos objetos estarían ocultos al mundo o, peor aún, en riesgo de perderse para siempre. El Museo Antonini funciona como un puente entre el pasado y el presente, asegurando que el legado de Nasca no desaparezca con el paso del tiempo.
El recorrido por el museo es como entrar en una máquina del tiempo. Cada sala está cuidadosamente organizada para que el visitante no solo contemple objetos, sino que entienda la historia que hay detrás de ellos.
1. Cerámica Nasca

Uno de los grandes tesoros que conserva el museo es la cerámica. Reconocida por sus colores brillantes y sus diseños cargados de simbolismo, la cerámica Nasca muestra escenas de la vida cotidiana, figuras míticas y representaciones de la naturaleza.
Estas piezas no eran solo utilitarias; tenían un valor espiritual y cultural. En el museo podrás ver ejemplos originales que muestran la sofisticación artística de esta cultura.
2. Textiles

Aunque el clima del desierto es duro, ha permitido conservar textiles que de otra manera se hubieran perdido. En el museo encontrarás tejidos con diseños complejos, elaborados con fibras de algodón y lana, que reflejan el gran conocimiento textil de los Nasca.
3. Instrumentos musicales

La música tuvo un rol importante en la vida ritual de los Nasca. El Museo Antonini conserva diversos instrumentos que nos muestran cómo los antiguos pobladores acompañaban sus ceremonias y celebraciones con sonidos únicos. Dos detalles son reveladores del grado de evolución tecnológica de esta cultura:
- Las antaras y flautas de cerámica.
- Y los pequeños pitos que emiten sonidos en magnitudes de frecuencia inaudibles para el ser humano pero que sí son percibidos por diversos animales y que, sin duda, resultaban muy útiles en una sociedad básicamente agrícola y también en términos de seguridad frente a las constantes amenazas externas.
4. Restos arquitectónicos y maquetas

Un acueducto en el museo
Un complemento especial del Museo Antonini ubicado dentro de su espacio exterior es un tramo del acueducto de Bisambra, parte del sistema hidráulico creado por los Nasca.
Este sistema de acueductos subterráneos, conocidos como “puquios”, es una de las grandes obras de ingeniería prehispánica que aún hoy sorprenden por su efectividad. Que el museo incluya este vestigio lo convierte en un espacio vivo, donde la historia no se limita a vitrinas, sino que se muestra en su contexto real.
El Museo Antonini no es solo un lugar para ver objetos antiguos, sino una experiencia completa.
Algunas razones para incluirlo en cualquier recorrido turístico:
- Entenderás mejor las Líneas de Nasca. Antes de volar sobre ellas, es importante conocer el trasfondo cultural que las originó.
- Conocerás a profundidad la vida Nasca. Su cerámica, textiles y maquetas ofrecen un retrato claro de su cosmovisión.
- Apoyarás la conservación. Cada visita contribuye al mantenimiento de un espacio que protege el patrimonio cultural del Perú.
- Es una experiencia accesible. Está ubicado en la ciudad de Nasca, lo que lo hace fácil de incluir en cualquier itinerario.
Un museo didáctico
Una de las misiones principales del museo es la educación. No se limita a exhibir piezas, sino que busca transmitir conocimientos a estudiantes, investigadores y visitantes en general.
A través de charlas, visitas guiadas y material didáctico, el Museo Antonini logra que las nuevas generaciones valoren la riqueza de la cultura Nasca y comprendan la importancia de su preservación. Aunque están en lugares distintos, el Museo Antonini y el centro ceremonial de Cahuachi están profundamente conectados. Gran parte de lo que hoy vemos en el museo proviene de las excavaciones realizadas en esa ciudadela ceremonial que llegó a ocupar, según Orefici, más de 24 kilómetros cuadrados al pie del valle del río Nasca y es considerada la más grande del mundo. Visitar ambos espacios es una experiencia complementaria: Cahuachi muestra la monumentalidad de la arquitectura Nasca, y el Museo Antonini te permite entender su vida cotidiana y espiritual a través de los objetos hallados allí.
Consejos para tu visita
Si planeas recorrer el Museo Antonini, ten en cuenta estas recomendaciones:
Tómate tu tiempo. El recorrido completo puede durar entre 1 y 2 horas.
Pregunta por las visitas guiadas. Los guías ofrecen información valiosa que hace la experiencia mucho más enriquecedora.
Complementa tu viaje. Lo ideal es visitar el museo antes de volar sobre las líneas o conocer Cahuachi, para tener un panorama completo.
No olvides tu cámara. Muchas salas permiten tomar fotos (sin flash).
Recuerda: el Museo Antonini no es solo un espacio de exhibición, es un portal al corazón de la cultura Nasca. Allí, el visitante no solo observa objetos, sino que se conecta con una forma de ver el mundo que sigue inspirando admiración y respeto. Si realmente quieres comprender la grandeza de Nasca, su historia y su legado, este museo es una parada obligatoria. Cada pieza que alberga es un recordatorio de la creatividad, el conocimiento y la espiritualidad de un pueblo que dejó huellas imborrables en el desierto del sur peruano y que hoy reaparece para mostrarnos su magnificencia y sus logros.